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Nos sorprendió oír la noticia de Juju. Nos destruyó lo de Vi, claro. Pero la última vez que Julie tocó sola en público fue. ¿En segundo grado? Sí. Su primera maestra le dio a Juju un solo en un concierto y. Nunca toqué sola con Gwen. Sí, lo hiciste. Una gavota. En fin, la pobre salió a tocar. ¿Podemos no? Henry, las chicas dicen que has tenido una gran carrera. ¿Con qué tocaste? ¿Algo de Berlín? Toqué con la Berliner. Moscú, Londres. Ahora, estoy aquí. El guardián de una nueva generación. ¿Me perdí el chiste? No, es solo que “nueva generación”. Música clásica. Las estadísticas no son prometedoras. Cass. No, por favor. Sigue. Un pequeño debate nunca le hizo daño a nadie. ¿De qué estadísticas hablas? Bueno. Ya sabes, el público en vivo se encoge, envejece. Solo el , % de la música transmitida en línea es clásica. No me malinterpretes. Las chicas eligieron este camino, vemos lo duro que trabajan y nos parece increíble. Pero uno se pregunta: en los próximos diez años, ¿quedará alguien para escucharlas? ¿Alguna vez oíste del compositor Tartini? El trino del diablo. Tartini era violinista. Un día, se despierta con el diablo sentado al borde de su cama. El diablo, con violín y todo. Le pregunta a la criatura qué hace ahí. Y Satanás dice que le enseñará una melodía tan perfecta, tan divina, que llorará de su hermosura. Lo único que pide a cambio Satanás es una sola alma. Ahora, cuando el compositor despierta de verdad, el diablo se ha ido. Toma su pluma, garabatea unas notas. Trescientos años después, el trabajo de Tartini ha sido olvidado. Todo excepto El trino del diablo. Por suerte, el diablo no toca el piano. Nuestra música no es fácil. Empiezas en preescolar, entregas tu vida al trabajo, y tal vez, un día, serás tan bueno como para competir. Cuando vas a ver un concierto, el gran solo, el concerto, no estás viendo solo música. Es sacrificio. Quizá la gente prefiera escuchar a un adolescente semianalfabeto maldecir con una caja de ritmos, pero mientras haya gente que aprecie ese sacrificio, la verdadera música sobrevivirá, preservada por aquellos que lo merecen. Aquí viene lo bueno.

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